La firma del artista aparece, como en otras ocasiones, bajo la lengua: “J. MIÑARRO”. El busto posee una inclinación hacia el frente, a partir de la cintura, consiguiendo de este modo la deseada actitud itinerante y dinámica de la efigie. Con respecto a la encarnadura de la talla, debemos reseñar su carácter mate, acertadamente patinada a base de temperas y ceras naturales que no le otorgan más que el brillo preciso. Asimismo, conviene mencionar que el perno de sujeción de la corona es desmontable; por cierto, que dicha presea y el puñal, en alpaca sobredorada, han sido labrados por Manuel de los Ríos, siguiendo un diseño neobarroco. En cuanto a las prendas que viste la imagen, manto burdeos y saya azul, han sido confeccionadas en terciopelo por Francisco Carrera.
Con esta Virgen Inmaculada, Madre de la Iglesia, Juan Manuel Miñarro se consagra como uno de los intérpretes más relevantes y genuinos de la Mater Dolorosa, en el contexto de la plástica hispalense contemporánea”
En suma, nuestra preciosa Madre Inmaculada madrileña, fuera de los cánones al uso en la imaginería tradicional, encarna perfectamente el arquetipo de medidora de todas las gracias ante Su Divino Hijo, al que con su mirada busca en el infinito que es Dios. Su mirada, como decía la difunta madre del excelso imaginero que la labró, traspasa el cielo.